Extrañas, Guillermo Arriaga
El verano se convierte en la época idónea para escapar de la cárcel de ideas por la que nos movemos. Las temperaturas —tórridas en el sur— nos obligan a convertirnos en nómadas lectores. Abandonamos el sofá y el gato —y sus pelos rondándonos— sobre el regazo. La calma y el sosiego dan paso al bullicio, al niño que juega, a la música que sale de un altavoz, a la conversación que se instala a pocos metros del lugar donde queremos avanzar por las páginas de un libro. Es bueno el cambio. Escapar de las lecturas habituales. A veces ampliamos nuestro horizonte lector, otras en cambio insistimos en la línea habitual. En cualquier caso, probar es necesario. Sabía muy poco del Guillermo Arriaga escritor antes de imbuirme en las páginas de Extrañas. Mi respeto y admiración hacia él proceden de su vis cinematográfica. Amores Perros, 21 gramos y Babel se encuentran entre mis cintas favoritas del último cine mejicano y latinoamericano. A pesar de ello, introduje el pie en sus aguas