Manic, Benjamín Labatut
Hace aproximadamente un año leí Un verdor terrible. La sensación fue similar a esas series documentales que devoran nuestra atención con datos científicos de los que los que estudiamos letras apenas tenemos conocimiento.
Resultó una obra muy entretenida, que a su vez mostraba una radiografía certera del alma de algunos de los científicos más relevantes del siglo XX.
Maniac comparte elementos con Un verdor terrible. Comparte conocimientos científicos que muchos desconocemos. Disecciona como Labatut hace de forma inmejorable los seres humanos detrás de acontecimientos científicos que quedan relegados en nuestro acervo al adelanto.
A este respecto me gustaría hacer mención el podcast del escritor Javier Peña: Grandes infelices. En cierto modo mellizo de la esencia narrativa de Labatut. Javier Peña (y su obra Tinta invisible que tengo pendiente) da razón a quien afirma que la vida de los escritores puede llegar a ser al menos tan interesante como su propia obra.
La diferencia esencial entre Un verdor terrible y Maniac es la pretensión de la obra. La ambición de una y otra no admite parangón. Los casos de la primera entre sí no tienen vinculación alguna más allá de la materia de los avances científicos. Maniac se aproxima a la novela total. La vida del matemático Johny Von Neumann sirve de hilo conductor no solo para sus propios logros. Labatut nos habla del pasado que fue ayer, que es la bomba de hidrógeno, para alcanzar el hoy que es mañana, que es la Inteligencia Artificial..
Lo hace sin estridencias. Sin apretar las tuercas. El lector pasará de un avance a otro como quien cierra los ojos y es teletransportado a través de las letras de un lugar a otro. Y encima, lo hará, deseando jugar a una partida al Go.
Resultó una obra muy entretenida, que a su vez mostraba una radiografía certera del alma de algunos de los científicos más relevantes del siglo XX.
Maniac comparte elementos con Un verdor terrible. Comparte conocimientos científicos que muchos desconocemos. Disecciona como Labatut hace de forma inmejorable los seres humanos detrás de acontecimientos científicos que quedan relegados en nuestro acervo al adelanto.
A este respecto me gustaría hacer mención el podcast del escritor Javier Peña: Grandes infelices. En cierto modo mellizo de la esencia narrativa de Labatut. Javier Peña (y su obra Tinta invisible que tengo pendiente) da razón a quien afirma que la vida de los escritores puede llegar a ser al menos tan interesante como su propia obra.
La diferencia esencial entre Un verdor terrible y Maniac es la pretensión de la obra. La ambición de una y otra no admite parangón. Los casos de la primera entre sí no tienen vinculación alguna más allá de la materia de los avances científicos. Maniac se aproxima a la novela total. La vida del matemático Johny Von Neumann sirve de hilo conductor no solo para sus propios logros. Labatut nos habla del pasado que fue ayer, que es la bomba de hidrógeno, para alcanzar el hoy que es mañana, que es la Inteligencia Artificial..
Lo hace sin estridencias. Sin apretar las tuercas. El lector pasará de un avance a otro como quien cierra los ojos y es teletransportado a través de las letras de un lugar a otro. Y encima, lo hará, deseando jugar a una partida al Go.
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