Porno, Irvine Welsh

A grandes rasgos, Porno sigue por los derroteros de la aclamada Trainspotting. Una novela coral, de capítulos breves en los que a través de un yo y una voz mutada se nos cuenta una historia sórdida con un final con cierta tendencia a lo hollywoodiense. Este sería el resumen, la cara más superficial de una historia que es mucho más profunda, más severa. Porno, como lo fue Trainspotting es un trampantojo. Un entretenimiento que capta la atención del lector con drogas o pornografía, pero que introduce una realidad menos artificiosa. Hay en Porno el análisis certero de un considerable número de temas de los que nuestra sociedad debería plantearse. Y no hablo de las drogas o el sexo.
Renton, Begbie, Spud y Sick boy repiten. A ellos se añade un personaje femenino, Nikki. Una joven estudiante universitaria. Conocedora de su físico atractivo, lo aprovecha para obtener beneficios en sus estudios y un dinero extra, realizando masturbaciones en una sauna. Irvine Welsh no es moralista. Expone la realidad. Deja en manos del lector, de su propio acervo, las conclusiones, los juicios morales. 

Los personajes de Trainspotting han madurado. Berbie está en prisión. Spud sigue enganchado a las drogas como si aun fuese un veinteañero. Renton y Sick boy ejercen de empresarios. Este último ha dejado el jaco, pero se ha convertido en un cocainomano de manual. Renton y Sick boy plantean la filmación de una película pornográfica. Era por lo tanto necesario una voz femenina. Nikki es embaucada. El amor, las drogas y el dinero hacen el resto. Porno gravita, progresa y crece sobre las voces de Begbie, que es más Begbie que nunca, más agresivo, más desbocado; Sick Boy, que representa a la perfección al hombre de negocios sin escrúpulos y adicto; y por último, Nikki, la mujer que sufre en cierta medida la violencia silenciosa sobre ella que la empuja a hacer lo que no quiere, cuya belleza abre puertas, pero que la hace infeliz, además de su pasión por el dinero.
Porno realiza una suave aproximación a temas que no son necesarios para el avance de la trama, pero que le permiten su mayor desarrollo literario. La turistificación de los espacios, con especial gravedad en el centro de las ciudades, la violencia contra las mujeres, la homosexualidad, los tejemanejes empresariales,…
Es por lo tanto, Porno una obra sencilla en su forma, con voces muy bien conseguidas, que deben mejorar en su original por trasladar la manera de hablar de la calle, de los escoceses del barrio de Leiht, del pijo londinense, pero que como las grandes obras nos dejan un poso mayor en nuestro acervo. Como no puede ser de otro modo, en un tiempo volveré a Welsh. Me espera The Skagboys.

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