Los árboles, Percival Everett
Los Árboles fue finalista del prestigioso premio Booker Prize 2022. Este nombramiento nos permitió conocer a un público más extendido a un autor con un dilatada carrera literaria. Ha publicado 30 libros. Es reconocido por la crítica. Pero, sin embargo, no tanto por las masas de lectores.
Los Árboles es un libro con un cariz innegablemente político. Lo es del mismo modo que lo es Sumisión de Michel Houellebecq, mi anterior lectura. La diferencia de voces, de estilo, de ropajes es tan distante que no tengo la sensación de leer libros que guarden paralelismos contextuales entre ellos. Ambos usan la ficción para destacar hechos reales. Houellebecq, más en su estilo, hace uso del texto para formular cuestiones que debe ser el lector el encargado de darle respuesta. Lo agita, lo impele a reflexionar. Por el contrario, Los Árboles es una obra denuncia. Algo así como aquellas canciones que cantaban con una guitarra cantautores que pronto quedaron obsoletos. El misterio no está en el objeto de la obra, sino en el atrezo, en las píldoras que Everett introduce a través de nuestros ojos para que una obra de denuncia no se convierta en el tan temido panfleto.
Otro de los aspectos que mejor definen Los Árboles y, a su vez, más lo distancia de una obra como Sumisión, con la que comparte árbol genealógico, es el tono. Sumisión es una obra seria, narrada a través de un personaje principal afectado y descreído. La narración en Los Árboles cambia el punto de vista. Se trata de una obra desarrollada en tercera persona. Una obra coral, con multitud de personajes que entran y salen, aparecen y desaparecen del texto.
Por muy grave que sea su tema principal, se aborda desde la sátira y el humor negro. En este aspecto, creo haber encontrado similitudes con la obra de Shalom Auslander. La aproximación que el autor neoyorquino hace de la religión judía en obras como Mamá para comer o Lamentaciones de un prepucio producen la repetición de la frase que creo que mejor define Los Árboles. Qué gracia tendría si lo que sucedió realmente no tuviese ni p# gracia.
Y es que el tema principal de Los Árboles es nítido: el racismo en EE.UU. Everett realiza un muy interesante ejercicio de memoria histórica nacional para ahondar en hechos abominables, pero también en las ramificaciones que hoy en día tiene el racismo en un país que no olvidemos que gusta ejercer de juez de los demás estados.
Las desigualdades raciales ha sido un tema tabú en EE.UU. Afortunadamente, aun cuando sigue haciendo mella, los textos y las editoriales abren sus puertas. Obras como La hoguera de las vanidades de Tom Wolfe, Ojos azules de Toni Morrison o Los Chicos de la Nickel de Colson Whitehead han supuesto la ruptura de barreras sociales en los últimos años.
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