Duelo, Eduardo Halfon


El miedo es un objeto multiusos. Puede ser freno, puede ser actor. A decir verdad, puede convertirse en cualquier cosa que se proponga. En mi caso, el miedo ha llegado a comportarse como un marcapáginas. Recuerdo con exactitud las obras que me acompañaron los días previos a la declaración de la pandemia y posterior confinamiento a causa del coronavirus. Las páginas de El boxeador polaco que fueron alternándose con comentarios llenos de incertidumbre. Recuerdo con una nitidez especial los libros que leí durante el confinamiento, los primeros que pude volver a adquirir en librerías recién abiertas. Desde aquel momento los libros de Eduardo Halfon se han convertido en tótem, en una suerte de ritual. Sus obras son cita ineludible de cada mes de febrero, una manera como otra cualquiera de poner fin al invierno.

Tal vez por ello la sensación que se repite con cada libro del autor guatemalteco. Leer a Eduardo Halfon se asemeja al encuentro con un viejo amigo, alguien que hace tiempo del que no sabes nada y que te pone al día mientras te acaricia suavemente el alma. Es lo que tiene practicar la autoficción. La vida de Halfon acaba siendo un lugar común, un elemento que en cierto modo deja de pertenecer al autor para formar parte de un depositario de la memoria a la que el lector puede también acceder a su propio antojo.

Duelo reúne los elementos habituales de la obra de Halfon. El pasado de sus progenitores, su visión personal del presente y el pasado, pero, sobre todo, es el desarraigo el concepto sobre el que gravita.

No podemos dejar de tener en cuenta su vivencia histórica y personal, cruce de caminos ineludible para comprender su obra: el origen judío-polaco de uno de sus abuelo, judío-árabe el otro. Su nacimiento en la peligrosa Guatemala de los años 70. Su marcha a los EE.UU. Duelo irrumpe a través de una historia familar que entronca con el trágico fallecimiento de uno de sus tíos en plena infancia. Probablemente no alcance las cotas de Monasterio o El boxeador polaco, pero se trata de una lectura muy interesante, recomendable para aproximarse a la obra del autor de origen guatemalteco.

La autoficción se ha convertido en los últimos años en un subgénero de importante valor literario. Autores como Karl Ove Knausgard, Jonathan Safran Foer o Pedro Mairal han convertido su vida y su propio pasado en combustible de su obra literaria. El éxito y sobre todo la literatura tienen un precio. La autoficción es un monstruo de un apetito voraz. Supone un ejercicio no desprovisto de controversia. La polémica ha salpicado a Knausgard a quien tal vez sea considerado en la actualidad el gurú de la autoficción. Ha pagado un alta precio por su ascenso literario. Su familia no perdona la conversión de su historia familiar en el proyecto literario Mi Lucha.

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/cultura/2017/06/28/karl-ove-knausgard-familia-me-acusa-mentir-libros/0003_201706G28P38996.htm


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