Cometierra, Dolores Reyes

Existe una corriente de gran calado en la literatura procedente de Latinoamérica. Propugna trasladar el lenguaje coloquial al texto literario como si se tratara de un diamante en bruto. Irremediablemente se me viene a la cabeza mi admirado Pedro Mairal. Tanto en su narrativa como en sus textos periodísticos toma palabras, ritmos y estructuras del lenguaje dominante en el hable de la calle. Pienso también en Mariana Enriquez, quien lo emplea de manera magistral en narraciones místicas y sociales al mismo tiempo. Pienso en Valeria Luiseilli. Pienso en Laura Ortiz Gómez. Pienso en Mariana Travacio. 

Los movimientos culturales vienen y van. Nos contaminamos. En España Layla Martínez ha sabido de manera magistral domeñar los impulsos y las corrientes que proceden del otro lado del charco. 

Dolores Reyes es como esos clichés del peor cine norteamericano. Ensambla un artilugio con lo nuevo y lo viejo de la literatura latinoamericana. A través de un lenguaje esquelético, áspero en ocasiones, influido por la urbanidad, por los localismos, con la identidad de barrio, construye un texto en el que tiene hueco el gran músculo del pasado de la literatura latinoamericana. Dolores Reyes, como en las bodas de las comedias norteamericanas de sobremesa, sincretiza lo nuevo y lo viejo. El lenguaje más contemporáneo, casi caduco al momento de escribirse, con la tradición temática: la vieja confiable: el realismo mágico.

Cometierra puede volverse arisco al lector por ambos motivos. Por la necesidad de adaptación a un lenguaje que no es el nuestro, por las vueltas a lo mismo. Compadezco a ese lector. Cometierra es una obra de un lirismo extraordinario, una obra de nuestro tiempo.

Cometierra, el personaje principal, tiene la facultad de leer el pasado a través de la ingestión de la tierra. Por desgracia el mundo que la rodea, la tierra que pisa está plagada de miseria y desgracia, de violaciones y asesinados, de pérdidas humanas. A través de llevarse los puñados de tierra a la boca, de masticarla, Cometierra logra conectar con los individuos que la pisaron. Es un poder, que como todos los poderes extraordinarios, conlleva un peaje a su poseedor.

Cometierra es una obra breve y dura. Tiene vocación de continuación. Habrá que estar atento para ver si todo lo que promete, llega a cumplirlo.

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