Monasterio, Eduardo Halfon
La otra gran mentira de Monasterio es su nomenclatura: una novela. Por fortuna para el lector es mucho más que una novela. Es un artilugio literario. La narrativa de Halfon es brillante, es dulce. Y en este caso encuentra un contexto en que desarrollarla. El tema, como suele ser habitual en su obra, es el desarraigo, la búsqueda incesante de una identidad. Halfon se sirve de la autoficción para ponernos en el punto de partida de sus propias cuestiones. Ha heredado la religión judía. Pero también la cultura árabe. Ha crecido en un país latinoamericano. Halfon puede ser todo y a la vez nada.
En 2020, apenas un mes antes de que se iniciara la pandemia de covid leí El boxeador polaco, también de Halfon. Me pareció un libro maravilloso, un juego literario muy acertado y una serie de historias brillantes. No lo hice del todo a propósito, pero los siguientes años por las mismas fechas leí un par de obras suyas. Consideraba El boxeador polaco el culmen. Era difícil alcanzar sus cotas. Leí otros libros con el fatalismo de que no superarían ese amor adolescente. Monasterio ha roto todos los esquemas. Un libro que probablemente supere en sus logros a El boxeador. Todos aquellos que nos vemos afectados por el desarraigo tenemos a nuestro campeón en Eduardo Halfon.
Comentarios
Publicar un comentario