Tostonazo, Santiago Lorenzo
Tostonazo tiene una construcción muy cuidada. Una primera parte en la que el lector conoce los entresijos del cine, todo aquellos recovecos que la luz que ilumina a las estrellas deslumbra y mantiene en las tinieblas. Un mundo de configuración clásica, con sus héroes y su villano: Sixto. Luego, en un giro muy lorenciano, de miseria vital y mala suerte, la narración se traslada a Ávila. Ecos de Los asquerosos en la frontera de la España vaciada. En Ávila comprendemos que lo leído hasta el momento no ha sido más que una suerte de preliminares, que el meollo empieza ahora. Lorenzo confecciona un personaje de los que solo él es capaz de pergeñar o de los que a él le salen mejor que al resto de los mortales. Pacomio es medio libro. Es la mochufa de Tostonazo. Pacomio es lo que las generaciones actuales llamamos un Cuñado. Un Cuñado con mayúscula en la primera letra y quizá mucho más. El verdadero leit motiv del texto se desenvuelve en este momento.
El problema es que a diferencia de Los asquerosos y otras obras del propio Lorenzo se produce cierta autoindulgencia. No hay sufrimiento, no hay conflicto. O si lo hay, me parece insuficiente para que al final las piezas encajen tal como Lorenzo suele acostumbrarnos. La sombra de Sixto resulta demasiado vaga. El personaje de Pacomio es fuerte, pero quizá no lo es tanto. Además, oculta cierta crítica que a veces se confunde, que no es lo suficientemente clara para ser aguda.
En cualquier caso, Tostonazo es un libro entretenido que se lee sin más complejidad, que nos hace pasar un buen rato y que, tengámoslo en cuenta, es la obra que va detrás en el tiempo de Los asquerosos.
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