Nuestra parte de noche, Mariana Enríquez

Nuestra parte de noche es la novela de la que todos hablan. Había leído Las cosas que perdimos en el fuego, una muy interesante colección de relatos, en los que se destaca el carácter gótico, oscuro y paranormal que caracterizan los escritos de la autora argentina. Así que como me gustaron los relatos, me lancé a lo que todos me decían que leyera.

Nuestra parte de noche deja atrás las reminiscencias góticas o paranormales. Es pura literatura fantástica. Pasada por el filtro del argentinismo y la forma de narrar de hoy en día, pero es inevitable, si no la comparación, sí las influencias en una importante cantidad de pasajes de H. P. Lovecraft.

Los puristas del autor norteamericano aborrecerán Nuestra parte de noche. Sin embargo, la impresión es que se trata de una novela muy interesante, con pasajes de fantasía que no se corresponden a mi estilo habitual. Sobre todo, la realidad social que permanece en un tono casi velado pero es que puede resultar más terrorífica que la narración de corte espiritista que se impone en el texto.

Otro de los grandes aciertos de la novela es su estructura. Los saltos cronológicos son acentuados pero con el devenir cobra sentido con precisión de reloj suiza.

En cierto modo, Nuestra parte de noche entronca con la tradición narrativa latinoamericana de la familia como núcleo. En este caso, con las ovejas negra de una poderosa familia de terratenientes cuya aspiración es encontrar la vida eterna. Fin que justifica todas sus aberraciones. Entre ellas la explotación de un joven con la capacidad de actuar como médium.

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