Letra torcida, letra torcita, Tom Frankin

Que nadie se lleve al error. Letra torcida, letra torcida se mueve por las aguas de la novela negra. Un género, la verdad sea dicha, que personalmente no me entusiasma demasiado. Lo que sucede es que el libro es muy bueno. Y cuando hablamos de este tipo de libros, las fronteras y las clasificaciones que establecemos los lectores, como que sobran un poco.

Letra torcida, letra torcida pertenece al universo de la novela negra porque repite más o menos cada uno de los clichés del género. Aparece un poli. A decir verdad, aparecen más de uno. De todos ellos es Silas, un poli negro en un pueblo del Mississippi, el que nos interesa. Hay una desaparición. Hay una investigación. Hay disparos. Hay una relación sentimental. Hay arrepentimiento. Hay muertes. Hay serpientes. Hay drogas. Hay alcohol. Hay sexo. Hay hasta un quad. Y hay un tipo al que culpan de lo que ha hecho y de mucho más.

Lo verdaderamente interesante es que el lector encontrará mucho más que esta serie de elementos comunes de las obras del género. Tom Franklin proporciona una ambiente que recuerda a los mejores pasajes de la primera temporada de True Detective. Los personajes están dotados de tanta veracidad, que el lector en más de una ocasión se verá impelido a buscar sus imágenes en Google. La crítica racial cobra su importancia. La bifurcación temporal de la narración resulta ajustada y todo un acierto en su empleo. Y por si fuese poco, y siguiendo el símil con las series de TV, Letra torcida, letra torcida sigue por los derroteros de Mare of Eastdown, un serial de cine negro con una carga dramática tan profunda, que durante muchos momentos del metraje se nos olvidará que nos hemos sentado delante del televisor para averiguar quién mató a quién.   

 

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