Rompepistas, Kiko Amat

Rompepistas es mi primera aproximación al universo literario de Kiko Amat. El resultado no puede ser más agridulce. Pero antes de profundizar en la lectura hablemos un poco del autor. Había oído hablar de Amat en los mentideros literarios, pero no decidí iniciar su lectura hasta que leí el prólogo de Pánico al amanecer. Una gran obra como ésta merecía un prólogo a su altura. Algo que con maestría literaria Amat consigue. Creo que en ese momento buscaba qué leer de este autor.

Me decanté por Rompepistas por la valoración general y la temática. Lectura iniciática. Punks. Barcelona de extrarradio. Drogas. Violencia. ¿Qué podía salir mal si a la ecuación incorporábamos la capacidad literaria de Amat?

Lamentablemente demasiadas cosas. Rompepistas, más allá de algunas frases y de la fortaleza literaria de su autor, algo que quedaba fuera de toda duda, me ha aportado muy poco. Es cierto que con buen hacer recupera situaciones y momentos de los que fueron jóvenes en la década de los 80, cómo debió ser crecer en un barrio olvidado de una gran ciudad, las tribus urbanas, los bares como salvavidas y las clases en un colegio de curas. Pero todo esto ha sido ya contado.

Los aportes de Amat no me entusiasman. Ni la voz del protagonista/narrador, ni la historia en sí tantas veces contada. Chico punk tiene banda con mejor amigo, ex novia y otro amigo. Punks no son bien vistos en el pueblo. Problemas familiares. Problema con chicos de otros barrios, más peligrosos, más graves. No sigo contando la sucesión de lugares comunes.

¿Es rompepistas una mala novela? No, ni mucho menos. Sucede que con el potencial literario que se le vislumbra, a Kiko Amat me sale exigirle una novela que me deja la rodillas temblando. A ver, Revancha de la que solo oigo maravillas.

 

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