Pánico al amanecer, Kenneth Cook

Pánico al amanecer conquista desde sus primeras páginas, desde que es poco menos que un embrión o un nascitirus. Antes incluso de que se desarrolle el texto, el lector se encuentra con la cita -una antigua maldición- que vendría a justificar el título de la novela. "Que sueñes con el diablo y sientas pánico al amanecer". Tras la cita lo que el lector encontrará es una obra muy sencilla que ilustra la decadencia de la que es capaz el ser humano, en este caso por agentes tan decimonónicos como podrían ser el alcohol y el juego.

Sin embargo, aun cuando la lucha de esta obra se plantee ante las adversidades externas, no contra el propio ser humano, que sería la lógica narrativa dominante en el siglo XX, Pánico al amanecer no es una obra que podamos considerar arcaica. Esto posiblemente explique que, a pesar de que hayan transcurrido 60 años desde su publicación en Australia, donde está considerada todo un clásico de culto, su lectura no invita a embarcarnos en un recorrido turístico literario del pasado.

Más bien, el recorrido turístico lo recorre el lector de manera geográfica. El personaje principal es un maestro de escuela en un pueblo adusto, árido y seco del interior de Australia. Su sueño es escapar del lugar. Regresar a Sidney con un clima completamente distinto y que representa el destino idealizado. Las clases terminan y el maestro tiene un periodo de vacaciones en el que así decide hacerlo. Con vistas a ello, se detiene en Bundanyabba, otro pueblo de interior donde le acontecerán una serie de infortunios que le impedirán cumplir con su propósito.

Más allá del lenguaje empleado, adusto como la tierra del interior de Australia, lo realmente interesante es cómo los infortunios que afectan al pobre maestro de escuela ni mucho menos le son sobrevenidos. Hay en su aparición un componente importante de voluntariedad. El maestro es como esos pilotos kamikazes japoneses, capaces de cualquier acción con tal de conseguir su objetivo. Aun en su peor momento, siempre es capaz de tomar la decisión menos apropiada.

Por último, he de reconocer que ha sido una de las lecturas que en los últimos años más me ha costado en algunos pasajes proseguir. Me decían que podía compararse con algunos momentos de El diablo a todas horas de Donald Ray Pollock, pero me parece que Pánico al amanecer va un poco más allá en la violencia. Violencia que es ejercida una y otra contra vez los canguros. Absténganse por tanto ofendiditos de leerlo, que hoy por hoy es lo que mejor que puede decirse de cualquier manifestación artística.

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