Mañana tendremos otros nombres, Patricio Pron

Mañana tendremos otros nombres es una novela del escritor de origen argentino Patricio Pron y ha sido célebre en un par de ocasiones. Una primera, cuando se proclamó ganadora del premio Alfaguara de novela 2019; el otro, impulsado por un maremoto en las RR.SS. a causa de su primera página. Ese día una legión de cuñados dejó por un momento sus funciones como seleccionadores nacionales, estadistas o expertos en epidemiología, para convertirse en críticos literarios. Nadie había expandido tanto las fronteras de la literatura desde que Belén Esteban publicara su libro. Mérito, sin lugar a dudas, el de Pron. Una página, una sola página dio para miles de retweets, de comentarios. ¿Cómo era posible que el proclamado premio Alfaguara hiciera uso en esa primera página de un número abusivo de verbos en pretérito pluscuamperfecto? Al final, nada. Ni le arrebataron el premio, ni lo pasearon desnudo por los paseos de las grandes ciudades gritándole “shame, shame, shame”. Como diría aquel pensador portugués: “Qué inyusticia”.

Más allá de todo este ruido mediático que un día encumbra a un personaje público y al día siguiente pide que lo quemen en la hoguera, Mañana tendremos otros nombres es mucho más de aquella primera página. Mi opinión es que ni de lejos es lo mejor que ha escrito Patricio Pron, y aun así, merece su lectura. Pron sabe escribir y lo hace muy bien. Sabe impregnar de ritmo, de dulce narrativa y por mucho que Mañana tendremos otros nombres llegue a decaer en algunos pasajes, siempre podremos extraer algo de ella. Pron es de los pocos autores del panorama narrativo actual que asume riesgos en su escritura. Salga como salga, lleva el pecho descubierto.

Él y Ella se separan. A lo largo de la novela se profundizará, como si el laboratorio de un sociólogo se tratase, en las diferentes formas que hoy en día tiene el amor, tiene el sexo y las relaciones entre seres humanos. El propio Pron con acierto afirma haber firmado una novela con un periodo de caducidad inminente. ¿Quién sabe qué nuevas formas de amar nos deparará el siguiente lustro?

Hasta aquí todo bien. El problema es su abstracción en los personajes. Vale que los principales no dejen de ser Él y Ella. Pero el resto de secundarios no dejan de ser una mayúscula, lo que propicia cierta distancia con ellos, no es fácil empatizar con un personaje incompleto. El otro hándicap de la novela es que realmente no lo es. Más bien, se trata de una colección de relatos en torno a las formas del amor a principios del siglo XXI. Visto de esta manera coexisten historias de todos los colores: buenas y regulares. Sin embargo, lo que no existe es una historia que los articule, una columna vertebral que sostenga esos relatos como partes de una novela, por mucho que al final se presente, pero que sea un fuego de artificio.

Leyéndola, he recordado El pasado de Alan Pauls. Ambas se desinflan conforme avanzan, pero como novela, el músculo de El pasado es muy superior a ésta.

 

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