La marcha Radetzky, Joseph Roth

La marcha Radetzky era uno de esos clásicos que, convertidos en una suerte de amebas, sobrevivían en mi biblioteca sin pena ni gloria. Comentarios de otros lectores hacían subir la temperatura de las ganas de leerlo, pero los cantos de sirena de las novedades (siempre de colores llamativos, los muy bellacos) producían que postulara una y otra vez una lectura que, en mi imaginario de pre-lector, se presentaba de forma densa, con situaciones hoy por hoy anacrónicas, con enfrentamientos que al hombre del siglo XXI, en constante combate consigo mismo, le trae un poco al pairo.

Y era así. La marcha Radetzky tiene ecos que entroncan con la literatura rusa del siglo XIX. Grandes libros sin los que sería difícil concebir la literatura de nuestros días. Pero también se trataban de obras (maldito Tostoi) con un afán de entretenimiento, de espíritu de folletín, con grandes praderas en la que no corren ni siquiera los caballos de las palabras. Conceptos hoy que no nos resultan relevantes (o más bien que en nuestra sociedad sobran) como el honor, la jerarquía o el respeto paterno filial son los que cimentan la historia. En la batalla de Solferino un militar de bajo rango salva la vida un jovencísimo emperador Francisco José. En agradecimiento le será conferido un título nobiliario. La novela se ocupa de contarnos la historia de esta saga familiar, la de los Trotta, desde el héroe de Solferino, a su hijo, un funcionario imperial y su nieto, que tratará de hacer carrera militar gravado por el peso de su apellido y de la relación de éstos con alguna manera con el éxtasis y decadencia de la figura del emperador y al mismo tiempo con la de todo el imperio, como si éste fuese la metáfora de un tiempo que agonizaba.

De igual manera que la cronología de los hechos de la novela entronca con dos siglos, y sobre todo, con dos periodos históricos, la propia literatura de la obra está a caballo entre dos universos literarios. Cómo no, el de la literatura del siglo XIX, pero también contiene pasajes de una madurez casi impropia, de una intimidad que barrunta lo que iba a ser la narrativa del siglo XX.

La leí sin muchas ganas y he quedado maravillado.

Comentarios

Entradas populares