Loco, Rainald Goetz

Quería leer sobre experiencias en centros psiquiátricos. Andaba escribiendo algo que a decir verdad tiene poco que ver con estos lugares, pero en mi cabeza se establecía cierta analogía. Me decanté por Loco de Rainald Goetz. El autor había estudiado medicina. Era conocido por sus extravagantes performances en las que llegó a cortarse con una cuchilla en la presentación de un libro. Decían de él que verdaderamente estaba loco. ¿Qué podía fallar?

 

Loco está compuesto por 3 partes completamente diferenciadas. Cada una de ellas es presentada por una apropiada ilustración a toda página. Leí la primera de ellas como si se tratara de un libro de poemas. Los fragmentos, breves, facilitaban esta medida. Se intercalaban experiencias de pacientes en un sanatorio mental, enfermedades, médicos. En fin, se crea una atmósfera. La segunda parte se centra en la experiencia profesional Raspe, un médico recién incorporado al centro psiquiátrico. A través de su visión se pone en tela de juicio los tratamientos, pero sobre todo  la consideración de los pacientes como elementos que deben mantenerse fuera de la sociedad. Por la tercera parte me vi superado. Las expresiones de locura se suceden. En ningún momento fui capaz de discernir si los testimonios correspondían al personaje principal que había perdido la cabeza o continuaban las de los internos.

 

Las traducciones del alemán no son nada sencillas. Supongo que en un texto en el que se quiere plasmar las inconsistencias mentales de un enfermo psiquiátrico, que van acompañadas de imágenes, deben ser casi imposible de trasladar al castellano. Quiero pensar que esta dificultad convierte partes del texto en ininteligibles. O no, y ésta era la pretensión inicial del autor. En cualquier caso, Loco no es una de fácil ni cómoda lectura. A la dificultades del lenguaje se unen las experiencias en un sanatorio mental, un lugar que como las casas para los adolescentes, el cine nos ha ilustrado con que no son los lugares adecuados. Por último, me gustaría hacer hincapié en la maravillosa imagen seleccionada por Pálido Fuego para la portada. Se trata de una imagen tomada de una perfomance de Ruldof  Schwarzogler. Se queda entre mis favoritas.

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