La vida entera, David Grossman
Habitualmente
paso de largo de la sinopsis de una obra. Empiezo a hablar de mis
impresiones como si fenómenos espontáneos. A veces, son libros
conocidos, de sobras se conoce
“de qué van”. En otros casos la omisión es voluntaria. La sinopsis es
irrelevante. Decido escribir de lo que se oculta entre líneas, ¿qué más
da lo que suceda en estadios superiores? Del mismo, creo necesarias una
pinceladas del propio autor.
En el caso de La vida entera creo necesaria una breve referencia a su sinopsis. Ora es una mujer israelí de mediana edad. Cuando se dispone a realizar un viaje con su hijo menor por lo más profundo del país, con motivo de la celebración la conclusión del servicio militar, que recordemos que en Israel se prolonga por 3 años, su hijo, Ofer, decide presentarse voluntario a una operación militar en la última crisis israelí-palestina. Ora sigue adelante con sus planes de viaje. Lo hace para proteger la vida de su hijo. Sirviéndose de la lógica de que si no se encuentra en su casa, elimina la posibilidad de que se presenten las autoridades militares para informarle de su muerte, Ora realiza un viaje interior duranteel propio viaje. Acompañada de un amigo, cuenta su historia personal, familiar y nacional.
David
Grossman pertenece a esa estirpe de brillantes escritores israelíes
opuestos al conflicto bélico. Una postura digna de admiración, en un
país que al encontrarse en
permanente estado de guerra, sufre una profunda militarización de la
sociedad. Más si cabe, por los hechos sufridos por el propio autor. Como
explica en el epílogo, durante el proceso de escritura de la novela, su
hijo menor falleció durante su servicio militar
en un episodio más del sempiterno conflicto israelí-palestino.
La
vida entera es una obra poderosa, de gran influencia de la literatura
rusa, con personajes perfectamente definidos y contradictorios; un mapa
de las redes a las que abarca
una guerra que parece no tener fin. La escritura de Grossamn es
minuciosa como esos cuadros de los grandes pintores flamencos, capaces
de sorprender la aplicación de varios zooms. Un hiperrealismo que en 807
páginas muy pocas veces propicia la fatiga del lector.
Una obra no apta para cualquier momento. El confinamiento, sin lugar a
dudas, ha sido el momento perfecto para leerla.
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