Una noche con Sabrina Love, Pedro Mairal
Las
comparaciones con La uruguaya son inevitables. Es normal. El principal
motivo por el que leo Una noche con Sabrina Love es para buscar con el
ansía de un yonqui de barrio
la esencia de aquella historia. La edición que leo, publicada a raíz
del éxito de La uruguaya se prologada por el propio Pedro Mairal. Con un
tono que despierta los recuerdos de su gran éxito, el autor nos narra
la génesis de esta obra, la obtención del premio
Clarín, las consecuencias del éxito cuando no eres nadie. Posiblemente
ya haya merecido la pena leer el librito. No obstante, prosigo. Lo
primero que descubro es que no es La Uruguaya. Ni siquiera, el prólogo.
Una noche con Sabrina Love muestra a un autor
menos personal o mejor dicho que cuesta distinguir de otros autores de
su generación y nacionalidad. No es la primera sorpresa. El tono de la
obrita es sencillo. Se aleja de los excesos de los primeros títulos de
los autores. Mairal lo escribió con una madurez
suficiente para superar los tics de los autores novatos o sin grandes
pretensiones, como él mismo lo refiere en el prólogo.
La
último noche de Sabrina Love es la historia mil veces contada de
iniciación sexual masculina. Entonces, ¿por qué su éxito? Es una
historia antigua pero perfectamente encajada
en pleno s. XXI. El joven iniciante gana concurso para conseguir un
encuentro sexual con una sex symbol nacional, la actriz porno Sabrina
Love. Lo hace a través de una llamada a uno de esos teléfonos de alto
coste de los concursos televisivos de altas horas
de la noche. La verdadera novela no es el encuentro sexual, es como en
la Iliada la historia de Ulises, sólo que en lugar de regreso, es de
ida. Se trata por lo tanto de una obra de viaje, del lugar de origen del
chico ganador del concurso a Buenos Aires,
pero también de la niñez a la madurez. En ese sentido, Una noche con
Sabrina Love se puede leer como todos los avatares, sufrimientos,
perjuicios y auxilios que conllevan los viajes, los territoriales, pero
también los espirituales o, como en este caso, iniciáticos.
Una vez en Buenos Aires la historia vive de la inercia anterior, pero
aun así, sigue respirando como una novela del s. XXI. Afloran los
prejuicios, los comportamientos machistas, homófobos… ¿es Pedro Mairal
un moralista? Lo dudo. Su trabajo no entra en discernir
el bien del mal. Simplemente, se limita a poner bajo el microscopio del
lector que así lo deseen las enfermedades sociales contemporáneas. Es
labor del lector construir juicios morales, destacar bajo la miasma de
ironía qué querría decir el lector.
Para
concluir podríamos decir que Una noche con Sabrina Love no alcanza las
cotas de inteligencia e ironía de La uruguaya, pese a lo cual, se trata
de una muy merecedora
primera obra, cuya lectura es, pese a demasiados tics manidos,
perfectamente recomendable.
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