Claus y Lucas, Agota Kristof
Todo lo que a partir de este momento se diga será injusto. De la que hablamos es una obra tan inmensa que, en una suerte de juego de la caverna platónica, acercarse a ella a través de opiniones sólo pueden empeorar la idea original. No
resulta sencillo hablar de Claus y Lucas, al menos desde una manera
unitaria. Muchos menos, lo es, sin hablar de su autora. Agota Kristoff. Y
es que, como ella misma afirmaría,
sobre todo en el primer libro de los que componen Claus y Lucas está
repleto de sus propias experiencias vitales, los años de la Segunda
Guerra Mundial y su posterior posguerra. Agota Kristoff participó en la
revolución húngara a la URSS y como consecuencia
del mantenimiento del régimen socialista, acabó emigrando. Sus textos
están escritos en francés, un idioma que aprendió tras huir de Hungría.
Jamás regresaría a su país natal. Posiblemente Claus y Lucas se
convirtiera en su nexo con su pasado.
Claus
y Lucas está compuesta por 3 novelas protagonizadas por los mismos
personajes. Cada una de ellas mantiene su personalidad e independencia
respecto a las otras. Incluso
el estilo es diferente. Un rasgo que la define como autora. Pese a que
son obras independientes considero recomendable la lectura completa.
Cada novela posterior afecta a lo escrito con anterioridad. Sí, recuerda
en algunos momentos a aquellas muñecas rusas
que se comen las mayores a las pequeñas.
Quizá
la lectura más amena y con la que más he disfrutado sea con la primera
en el tiempo, el gran cuaderno. Son los años de la 2GM, aunque no se
refiere en ningún momento
el nombre del conflicto ni el país en el que suceden los hechos. Un par
de niños gemelos son dejados a su abuela que vive en un pueblo. La
hambruna ataca sobre todo a las ciudades. Los niños pueden ser tan
generosos como crueles, tan justos como inmorales.
Posiblemente, el mayor acierto de esta obra sea el estilo empleado.
Frases cortas y sencillas como la redacción de un niño. Algunos pasajes
son tan crueles que recuerdan a lo mejor de Donald Ray Pollock.
Prosigue la obra con La prueba. El nivel de crueldad se reduce. Lo eché en
falta. No se cuenta una historia de niños, sino de hombres maduros.
Juego de espejos. La trilogía
se cierra con la maravillosa La tercera mentira. El texto de una
madurez literaria sobresaliente.
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