El juego de Ender, Orson Scott Card

Hacía mucho que quería leer a Orson Scott Card, sobre todo El Juego de Ender. Sin embargo, suele pasar. Los libros, como las oportunidades, a veces se van demorando y El Juego de Ender se mantenía inalterable en mi lista de deseos. Entonces, estrenaron la peli. No tenía mal reparto. Harrison Ford destacaba sobre el resto. Aunque en honor a la verdad, no se puede afirmar que las últimas apariciones de Ford hayan sido destacadas. Las críticas no fueron, en cualquier caso, especialmente benévolas con la adaptación cinematográfica. Preferí seguir con el plan A: leer el libro. Por diversas circunstancias siempre había en las librerías un libro que prefería a éste. Y en las librerías de segunda mano no lo encontraba. Hasta que en Madrid, en Malasaña descubrí una librería de viejo y allí estaba. La edición que conseguí estaba prologada por Miquel Barceló. Profundizaba en la empatía de la obra. Y no mentía. 
La división del libro es bastante clásica: Antes, durante y después, o lo que vendría ser el mismo: presentación, nudo y desenlace.
La primera parte estaría marcada por la presentación de los personajes: Ender, un niño “tercero” (es la excepción, las familias no pueden tener más de dos vástagos); Peter, su hermano, con el que se lleva mal y con el que comparte la vis bélica; y por último, Valentine, la hermana con la que comparte la parte sentimental. Sí, de grises no destaca precisamente el libro.
 
Ender, quien es concebido con la esperanza de que sea una versión mejorada de su hermano, es odiado en el colegio. Como lo será luego en la academia de soldados. No es de extrañar. 
Hasta aquí sería la primera parte, en donde el carácter infantil y maniqueo domina el texto. Como nadie habrá imaginado hasta el momento, Ender es llevado con honores a la academia. La Tierra está amenazada por unos alienígenas invasores y Ender es la última esperanza. La segunda parte del libro, aunque mantiene personajes excesivamente maniqueos, resulta más interesante. No tanto por los modos de batalla, en el que se los aspirantes a militares entrenan, sino por la idiosincrasia de las comandancias. Los niños se incorporan a escuadras de entrenamiento con comandantes algo mayores. Desde el punto de vista socio-militar quizá resulte la parte más interesante. El equipo de Ender siempre vence. Supera etapas más rápido que cualquier otro recluta y también aburre más, por algunas dudas que lo asalten sobre su destino.
La última parte, resulta también seductora. Pero para evitar spoilers no pienso decir una sola palabra.
Es cierto que no me ha entusiasmado la lectura, que peca de infantil y maniquea, pero para el verano no ha estado mal. Seguiré en un tiempo con la segunda parte, la voz de los muertos.

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