Imagen corporativa, José Torres Criado

No soy aficionado a la literatura de terror. El cine de terror suele producirme aburrimiento. Lo poco que he leído de este género está firmado por Lovecraft, donde el terror cobra un protagonismo secundario, a favor de la investigación policial. Además, se da el caso de que siento devoción por el universo de Lovecraft desde que probé el juego de mesa Las mansiones de la locura.
¿Por qué esta introducción? Básicamente, porque el que suscribe pueda pensar sobre el género de terror no debe ser tenido en cuenta, menos aún de lo habitual.

Si me decidí a leer Imagen corporativa, la nouvelle de José Torres Criado, obedece en mayor medida a un impulso personal que a que me sintiera atraído por una promesa de literatura de terror. Nos conocemos en Twitter, red social en la que el autor es bastante activo y por el que siento sincera afinidad. La nouvelle es publicada por El transbordador, una editorial independiente de Málaga. Cuando adquirimos un libro de una editorial de este calibre podemos sentirnos satisfechos del mismo modo que cuando contribuimos a una ONG. Te inunda la sensación de que los 4 duros que cuesta el libro no van a ir a parar al presidente de una empresa impersonal para que se pague a más cómodos plazos el teléfono de última generación. Contribuir al proyecto literario de una editorial independiente supone sumar en un proyecto de mayor envergadura, algo que suena bien desde el punto de vista social y cultural, aunque la realidad no vaya más allá de 4 locos que un buen día deciden publicar libros. En cualquier caso, quien pone en funcionamiento una editorial independiente no lo hace para hacerse rico.

La sorpresa se produce cuando descubro que Imagen corporativa no es una obra de terror, no al menos respecto a mis propias expectativas. Lo sobrenatural existe, pero queda al margen, afortunadamente por una buena dosis de literatura de la buena. Imagen corporativa es una obra fresca, un grito algo macarra sobre los efectos de la crisis económica en el mundo de las oficinas. Tiene por tanto un importante cariz social. Sin embargo, creo que acertadamente Torres Criado emplea la figura del terror para driblar lo que podría ser un discurso panfletario. No es difícil distinguir que el autor conoce en profundidad la idiosincrasia de las oficinas y ha sabido trasladarlo con humor e inteligencia al papel. La obrita (por tamaño) se lee pronto y se disfruta más.

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