Viaje a lo absurdo: La chica en una nevera, pizzería kamikaze y otros relatos
Buscaba algo de Keret. Unos años atrás leí Pizzería Kamikaze y otros relatos, la edición de Siruela. Había transcurrido el tiempo suficiente. Me apetecía una nueva incursión en el universo de lo absurdo del
autor israelí. En edición de bolsillo encontré La chica en una nevera, pizzería
kamikaze y otros relatos. Pese a compartir el mismo espacio físico, es decir, el mismo volumen; la línea que separa los relatos de La chica en
la nevera, de los de la pizzería es acusada. Los primeros me parecieron
meros planteamientos, ideas, comienzos de relatos que pedían algo más.
En muchos casos, en el momento preciso en que capturaban mi atención, me encontraba con el punto final. Otros, por el
contrario, me dejaban un sabor insulso.
No habitúo a releer narrativa. No es
un principio, es una cuestión consecuencia directa de mi buena memoria. Cuando lo he
intentado, he acabado por desistir. Conforme progresaba por las páginas ya
visitadas, el velo de olvido instalado en mi memoria, se iba retirando de forma
simultánea . Sucede también que soy un nostálgico. Por ejemplo: recuerdo como una suerte de trauma la tentativa de
relectura de Rayuela. Las sensaciones ajrnas a las que sucedieron en la primera lectura, rayanas a
la devoción, o acaso era solo el recuerdo desvirtuado de lo que verdaderamente aconteció. En cualquier caso, preferí mantener el recuerdo que seguir
leyendo como si realizara una disección de un cadáver.
En Pizzería kamikaze hice caso omiso a esta costumbre. Algo que no esperaba sucedió. No recordaba los textos como es habitual en mí. Hasta tal punto que experimenté el redescubrimiento de los primeros relatos que acompañan a esa nouvelle
que es Pizzería Kamikaze. No miento. Los recordaba como aceptables. No
es descartable, no obstante, que se trate de un mero hecho de comparación con los de La
chica en la nevera. En cualquier caso, los apuré y disfruté de una forma más
intensa que en la primera lectura. Sin embargo, a diferencia de lo que recordaba
de la primera lectura de la pizzería kamikaze, en esta segunda la
sensación es distinta. Un poco como: vale, pero tampoco es para tanto. Como si realmente pizzería kamikaze
fuera un título y lo verdaderamente válido fuera los relatos solapados
que la acompañan.
Cosas de las relecturas.
¿Os ha pasado alguna vez algo similar?
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