¿Por qué esto de otro estúpido blog de un escritor?
Va a ser difícil responder con certeza. Patada
a mis principios y me disfrazo de Paulo Coelho (por favor que nadie se acostumbre).
Soy de la opinión que, cuando el camino que emprendemos no nos dirige hacia
el destino deseado,
solo cabe una opción: cambiar de camino. He publicado
artículos en revistas, poemas en libros y antologías, relatos en
revistas. Tengo una novela pendiente de adopción editorial. Y aunque no
pretendo vivir de mis textos, considero que tienen algo más de enjundia
que la vida del cajón y
la modorra que es el USB y una carpeta con el título de DEFINITIVOS.
I have a dream
En mi caso, una intuición.
Tengo una intuición y me dejo guiar por ella. Me hago con libros, música, me arrimo
a individuos por
el mero hecho de contentar sus
dictados. Soy
sincero: a
estas alturas de la vida el crédito es positivo: son más los aciertos
que los fracasos. A lo mejor tan solo soy un débil de espíritu, que se
deja guiar por las promesas
de felicidad eterna de la publicidad, por la dictadura de las imágenes;
que llama intuiciones a una debilidad. No lo descarto. En cualquier caso,
dejarme guiar por la intuición (o por lo que sea) conlleva un aporte,
un camino por explorar. Puede que finalmente no alcance el destino
deseado. Es una posibilidad tan factible como la opuesta. Lo asumo. Pero
de lo que no albergo dudas es que el camino me aportará, tanto a nivel
personal, como a nivel de escritor. Es más, tengo
la absoluta certeza de que el día que eche el cierre
a este blog el crédito por esfuerzo y sacrificio invertido saldrá a mi favor;
con algo que comenzó de forma tan sencilla como una pregunta a una amiga (ella,
millenial): “oye, ¿cómo se te ocurre que pueda dar un poco de promoción a
mis textos?” Entre las opciones, se destacó la palabra blogger. Concluí que
era la que más se ajustaba a lo que pretendía y a lo
que podía mantener (o
quizás sería mejor decir defender) de forma más honrada. Soy un orador
mediocre (vale, horrible), por no hablar de mi miedo patológico a los
espejos. YouTube quedaba completamente descartado. Las otras opciones no
me hicieron chiribitas, no me pusieron los
ojos en modo de personaje de anime.
El
siguiente paso consistió en escribir las palabras mágicas en el
buscador de Google. Leer varios
textos. Me quedé con los de Excentrya.es, el cual desde entonces sigo y
recomiendo. Subrayé sus consejos. Seguí algunos, otros voluntariamente
me embarqué a desobedecer. Lo siguiente fue soltar velas y echar a navegar
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