Mamá para comer, Shalom Auslander


Hay libros que nos enamoran por la portada, por el autor, por la sinopsis, por la mezcla de estos elementos o por un mero pálpito. Creemos que nos han de conquistar. Queremos que nos conquisten. Hay libros de los que esperamos su publicación como lluvias de finales de verano. Libros con los que soñamos, que deseamos o que se nos antojan.

Ninguno de estas situaciones experimenté con Mamá para comer de Shalom Auslander.

No conocía al autor. No me entusiasmó la sinopsis. No me animaba a leerlo. A pesar de ello, lo hice. Me lo recomendaron con una frase “es de tus libros”. Y además se dieron las circunstancias idóneas. Acababa de terminar una lectura densa, épica y agreste. Mi ánimo me pedía un cambio de tercio. Entre mis libros pendientes era probablemente el que menos se asemejaba a lo que acababa de terminar. Considero el verano el tiempo idóneo para las lecturas que no tienen hueco el resto del año. El calor, el ruido en la playa o piscina. Me vuelvo menos exigente. Levanto las barreras. Y por allí se coló Mamá para comer.

Antes de hablar del libro creo necesario romper alguna lanza. Ya sea en el cine, en TV o en libros. La comedia no deja de estar considerada un género menor. Los actores de comedia, los guionistas de comedia, los directores, los autores. Todo es inferior. Como si hacer reír fuese fácil. Tocar la fibra sensible en la épica, en el drama o en la tragedia supone un inconmensurable mérito, pero en ningún caso no lo creo superior al de la comedia. La capacidad de sorpresa del espectador/lector que genera la risa es compleja. Tal vez por este motivo, alguno de los autores por los que profeso mayor admiración son comediantes o son capaces de arrancarme una sonrisa. Woody Allen, George Saunders, Charles Chaplin, Jonathan Safran Foer, Philip Roth…

No sé si será casualidad, muchos de ellos han bebido de la cultura hebrea. Shalom Auslander, autor de Mamá para comer también. Creció en el seno de una familia ortodoxa. Algo que se nota, vaya que sí se nota.

Mamá para comer es una divertida y ácida parábola. Auslander nos cuenta un momento culmen en el seno de una familia de caníbales americanos. El canibalismo en la obra se estructura como una religión. Su principal mandamiento consiste en que los pertenecientes a esta comunidad deben alimentarse de los fallecidos. La inventiva de Auslander para dar carácter y vigencia a la religión caníbal, con sus mitos, sus preceptos y ritos es magistral. Su capacidad de ahondar en la confrontación de esta religión con el ateísmo, consumismo, capitalismo y la cultura de lo políticamente correcto imperante, supone unos de los grandes logros de la obra. Pero en el aspecto en que quedé entusiasmado con Mamá para comer es con su dosis de acidez a la hora de establecer símiles entre los ritos de la religión caníbal y las principales religiones, especialmente con el judaísmo, y desmontarlos a través de un humor corrosivo y mala leche, grandes dosis de mala leche.

Mamá para comer es una obra para un lector inteligente, con la facultad de saber reírse de sí mismo y de sus propias creencias. De no ser así, pocas sonrisas auguro. Y es una pena no aprovechar esta lectura para enseñarle una sonrisa al mundo.

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