El arco iris de gravedad, Thomas Pynchon

El arco iris de gravedad es uno de los libros más complejos e ingratos a los que me he enfrentado. Thomas Pynchon compone una suerte de novela coral, (en apariencia) caótica para tratar una realidad alternativa de la Segunda Guerra Mundial, guerra que el mismo Pynchon combatió. La guerra de Pynchon es una guerra sin balas, con duelos aéreos que se ganan con el lanzamiento de tartas. Un conflicto, podríamos decir, desde sus propias entrañas. Más venenosas que los propios campos de batalla en los que nazis y aliados se mataban.

A lo largo de la lectura he necesitado recurrir a otros lectores, a páginas webs, a expertos en la materia. Las opiniones son diversas y opuestas, pero no por ello unas prevalecen sobre las otras. Pynchon lleva a su máxima expresión el concepto de posmodernidad en la literatura. Resulta un gran esfuerzo no perder la pista a la cantidad de personajes que aparecen, las situaciones caóticas, el absurdo… Para uno de los lectores a los que recurrí, El arco iris es un gran vodevil. Canciones para fundamentar esta opinión aparecen a lo largo de la obra. Personalmente, he encontrado más similitudes con las comedias del cine mudo. El absurdo, los movimientos anacrónicos, los duelos de tartas. Posiblemente todo sea cierto, sin serlo.

En el sinfín de historias que componen el relato de El arco iris existe un hilo conductor. Tyrone Slothrop es un soldado norteamericano destacado en Londres. A través de sus erecciones se sigue la pista a los misiles V-2 con los que Hitler trata de destruir la resistencia británica. A través de una Europa en guerra se seguirá la pista del personaje principal, las historias que sufrirá y los numerosos personajes que otorgan dimensión a la obra.

Tan relevante como el propio libro son los ríos de tinta que derivan de él. La crítica que puede propiciar al capitalismo, a la contracultura de los años 50, la absorción de la ciencia y la tecnología a la literatura.

El arco iris de gravedad es una obra que requiere diversas lecturas… aunque no por ello se garantiza su total comprensión. En cualquier caso, merece la pena, tanto como reto lector, como por lo que puede aportarnos. A pesar de los sufrimientos y los sinsabores que supuso, solo por leer La historia de la bombilla Byron.

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