La memoria de los libros: Barteleby y compañía


Creo recordar que las primeras páginas de Vilas-Matas se se debieron a seguir la pista pista de algún texto de Bolaño. Me planté en una librería. Puede que ojeara la contraportada. Puede que tan solo me quedara con el título del libro. El caso es que empecé a leer El dietario voluble. Me pareció un autor sobrevalorado. A esta opinión personal me respondieron que hay que ser Vilas-Matista para disfrutar el libro. Poco después (un año probablemente, es lo que dejo pasar entre las obras de un mismo autor), leí Doctor Pasavento. Me gustó más que Dietario voluble, pero menos de lo que esperaba por el halo que rodea a Vilas-Matas. Concluí que no era lector para el autor y ahí se habría acabado la historia. Sin embargo, me recomendaron dar una última oportunidad a Vilas-Matas. No sé por qué accedí. Leí Barteleby y compañía. Al poco comprendí que no se trataba de una novela, probablemente tampoco un relato. ¿Un obra biográfica? ¿Literaria? Comprendí que había caído bajo el influjo de Vilas-Matas.

Bartleby y compañía enumera y narra una serie de casos en la historia de la literatura en la que los autores de pronto enmudecen. Lo hacen, así, sin más. Pese a ser narrativa contiene más poesía en sus hojas que lo que suelo encontrar en los últimos grandes vates de la actualidad. La considero una pequeña joya.

No hace mucho he iniciado a escribir un relato. No tenía intención de que se asemejara a Barteleby y compañía. Pese a ello, conforme va avanzando y adquiriendo su propia personalidad, asumo que se mira en el espejo de la obra de Vilas-Matas. Nunca será igual, ni espero que se le parezca. Pero francamente dudo que si no hubiese leído los casos narrados en Bartelevy jamás mi imaginación hubiese compuesto este relato que aún no he terminado y nunca sabré si lo haré. He pensado en un título, pero aún es pronto. Los invisibles caóticos. Sí, innegablemente bebe de Jorge Carrión. ¿Acaso no somos el acervo de nuestras experiencias? Ya veremos.

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