Entrando en materia: Cuentos carnívoros, Bernard Quiriny
El
primer libro no puede ser uno cualquiera. Tiene que contener, de una
manera o de otra, toda
una declaración de intenciones. Probablemente no sea la obra que en
mayor medida haya conseguido que me incline a su poder, tampoco el autor
al que mataría por simple envidia. Es más, tiene de original lo que
sería dejarse llevar por la corriente de relatos
fantásticos que surca el océano de la literatura universal a la cola de
Borges.
La
elección se debe que a fecha de hoy es uno de los espejos en que me gusta mirarme.
Cuentos
carnívoros es (¡sorpresa!) un libro de relatos. Desde hace un par de
años, que terminé
mi primera novela y fracasé en el inicio de la segunda, es en este
género en el que más cómodo siento que se deslizan mis teclas. Por otro
lado, esta obra de apenas 200 páginas comparte mi última pretensión a la
hora de escribir: la intención de sorprender
al lector sin llegar a usar el engaño.
En
los últimos años una serie de autores de relatos, de los que tarde o
temprano acabaré hablando
aquí (George Saunders, Donald Ray Pollock, Steven Millahausser o incluso
el mismo Ted Chiang) me han hecho apreciar un género que yo mismo
consideraba menor. Gracias a ellos he comprendido que un relato no es
una novela reducida como la cabeza
por un jíbaro,
el relato tiene su propia dimensión, historias que no necesitan de
aderezos, a las que a priori no debe sobrarles una sola palabra.
El
último descubrimiento en este aspecto ha sido Bernard Quiriny, quien
por desgracia solo tiene
publicado en España, a través de Acantilado, uno sus libros editados.
Bernard Quiriny se aleja de lo que yo (¿alguien más?) denomino
literatura de los neo-objetos, en la que por ejemplo Saunders (entre
otras facetas) es un maestro. Relatos de realismo puro
a excepción de un objeto o maquinaria inventada pero que no cambia el
tono, ni el tratamiento del texto. Los derroteros por los que se incursa en Quiriny son distintos. Es más borgiano. Existe algo sobrenatural,
aunque no llega a juguetear con el realismo mágico de los 70; solo
comparte elementos.
Hasta tal punto me veo subyugado a las historias de cuentos carnívoros que en uno de los relatos
que ando componiendo menciono a Bernard Quiriny.
Si lo termino, es posible que aparezca por aquí.
PD. Con el tiempo prometo que las fotos de los libros serán composiciones propias.
PD. Con el tiempo prometo que las fotos de los libros serán composiciones propias.
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