Sinsonte, Walter Tevis

El ser humano es más simple de lo que a sí mismo se considera. Seguimos guiando nuestros pasos por las luces y los destellos. Fue contemplar el extraordinario arte de la solapa de Sinsonte en el escaparate de una librería y noté el primer síntoma de un enamoramiento en ciernes. Por si faltara poco, la obra es catalogaba como distópica. No hacía falta dar un paso más. Desde ese momento sin saber con exactitud la sinopsis de la obra, ni ninguna referencia del autor, decidí que leería el libro con la misma impulsividad y fatalismo con el que caemos en el amor a primera vista. Siento cierta atracción plavoviana hacia las distopías.

No tardé en saber que el autor de Sinsonte era Walter Tevis. Un autor que durante los 70 y 80 gozó de cierto prestigio, publicando diversas obras que llegaron a convertirse en películas y series de TV, pero que en los últimos años había sufrido el olvido que supone para un autor que sus obras sean difícilmente accesibles en una librería. Gambito de dama, la serie de TV que hace pocos años se convirtió en un fenómeno fugaz, como lo son la mayoría de series de Netflix, está basada en una de sus obras.

El amor a primera vista que experimenté a través del maravilloso trabajo artístico de Impedimenta tuvo su continuación con las primeras páginas. Esperaba encontrarme una lectura plagada de ecos de otras obras distópicas. Sin embargo, los primeros compases trajeron a mi memoria una obra maravillosa, pero de escasa vinculación con la distopía. Encontré en Sinsonte parte del amor hacia el cine más clásico y mundo como ya me sucediera en una obra del calibre de El beso de la mujer araña de Manuel Puig. Este aspecto y la sencillez, pero también sus matices de profundidad y lirismo, me alejaban del clásico relato con aristas de ciencia ficción para llevarme hacia una obra narrativa. Llegado a este momento creo necesario hacer mención a la calidad del texto literario de Sinsonte. Sin llegar a haber leído el texto original estoy seguro que parte de sus logros se debe a la nueva traducción para esta edición llevada a cabo por Jon Bilbao.

El conocimiento del universo a través del arte. Un recurso que guarda cierto paralelismo con la obra de Puig. Si en el caso del autor argentino se usa el cine para escapar de las tinieblas de la prisión, los personajes de Sinsonte emplean el cine para ahuyentar unas tinieblas aun más densas. En el futuro distópico que Tevis plantea el ser humano ha olvidado la capacidad de leer. Este hecho que es producto de su propia experiencia como docente, en que cada año el nivel educativo y lector de sus alumnos iba en franco retroceso, le permite construir una distopía que en cierto modo es el reverso necesario de otro clásico del subgénero: Farenheit 451. Lo es como El cuento de la criada de Margaret Atwood, por su carácter de género, es el reverso necesario de 1984 de George Orwell. En la obra de Bradbury se percibe un tiempo anterior a que el ser humano abandone su capacidad lectora y narra el afán de una serie de héroes que dan su vida por conservar para generaciones venideras el tesoro tan preciado de sus libros.

Otro de los logros de Sinsonte es la construcción de personajes. De todos ellos, es justo destacar el robot con tendencias más humanas que los propios seres humanos, Spfforth. Si bien es cierto que la paradoja que se da en éste es un recurso habitual en el cine y la literatura, el trabajo de Tevis es innegable.

Más allá de la historia de superación de los personajes y del contexto distópico en el que se desarrolla creo justo destacar una idea que flota en el ambiente de la obra y que considero que es uno de los motores que mueve el crecimiento del texto. La lectura, que por esencia se considera un acto de soledad, se plantea en Sinsonte como el invisible conector de seres humanos a través del tiempo y el espacio. Leemos en soledad, es cierto. Pero a su vez, mientras lo hacemos, establecemos puentes con todos aquellos que antes que nosotros dejaron su impronta y su huella en forma de libros. Un acto solitario se convierte de esta manera en la exposición más extrema de generosidad. Solo por esta idea, todos los que amamos la lectura tenemos cierta obligación de extender nuestro amor hacia este libro, a este canto a la lectura.

Siendo justos he de mencionar que Sinsonte no sea probablemente esa gran obra que he descrito. En ocasiones pierde fuelle, se ven sus costuras. Pese a ello, personalmente he encontrado tanto de mi interior en ella que no puedo más que considerarla como una gran lectura.

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