Los Desposeídos, Ursula K. Le Guin

 

Hace unos años tomé inicié mi primera incursión en el mundo literario de Le Guin. Me decanté por La mano izquierda de la oscuridad. Abandoné el libro en los primeros compases. No era una autora para mí, deduje. Tiempo después en el club literario Ursula, organizado por la librería Casa Tomada y dirigida por Ismael F. Cabeza leí El nombre del mundo es bosque. Sin llegar a sentirla como una maravilla, disfruté de su espíritu. ¿Cómo podía ser que la misma autora que aborrecía en una de sus obras más relevantes me hubiese encandilado con otra más sencilla? Me decanté por la explicación más sencilla. La traductora difería en cada libro. Los Desposeídos es la confirmación de mi hipótesis. En efecto, pese a ser una traducción de los años 70, la edición de Minotauro, a cargo de Matilde Horne me permite una aproximación diferente.
 
He reflexionado de manera constante para identificar el tema principal de esta obra. A veces nos obnubilamos por el contexto, un elemento que en Los Desposeídos es extraordinario. Sin embargo, creo que más allá del ensayo sociopolítico que nos obsequia Ursula K. Le Guin, el tema principal de la obra es mucho más banal, mucho más profundo que el habitual de la ciencia ficción. El desarraigo se ha erigido en uno de los temas de mayor recurrencia en la literatura de las últimas décadas. Encontramos diversos modos de aproximación desde El síndrome de Ulises de Santiago Gamboa, Andamios de Mario Benedetti o el que considero el gran ensayista del desarraigo a través de su obra autoficcional, Eduardo Halfon, del que aprovecho para mencionar su extraordinario Monasterio.

No es fácil dejarse llevar por los cantos de sirena de la magnífica contextualización de Los Poseídos. Separadas por la distancia gravitacional, dos civilizaciones se erigen en opuestas en su modo de organización política. En Urras, el planeta, rige un sistema liberal. En Anarres, el satélite de ésta, un sistema utópico anarquista. Es fácil llegar a la conclusión que las diferencias políticas y sociales y las contradicciones propias son el tema principal de una obra maravillosa. Pero Ursula K. Le Guin es tan fascinante que no se limita a envenenarnos con un ensayo político con la dulce apariencia de una novela de ciencia ficción. Shevek es un físico procedente del satélite anarquista. A través de una narración fragmentada y con saltos en el tiempo asistimos a la salida de su civilización, a su consideración de traidor, al choque cultural que le supone encontrarse en un mundo capitalista donde todo tiene un precio, donde el patriarcado es imperante.

Pero quizá lo más relevante de Los Desposeídos sea la aproximación que Le Guin efectúa desarraigo al exponer al personaje principal a un sentimiento de soledad e incomprensión que se repite en ambos sistemas políticos, que va con él con independencia de donde vaya.

Los Desposeídos es una lectura extraordinaria, de las que volveré a mencionar cuando eche la vista atrás y valore mi año lector.

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