Relatos faunescos, Fernando Mansilla

 

Es inevitable el paralelismo. En Relatos faunescos hay algo de Ésopo y sus fábulas. El cambio en el paradigma lo produce la visión. El hombre de finales del siglo XX. Lo marginal.

Ya hemos hablado de Fernando Mansilla por estos lares. Nació un par de veces. Primero en Barcelona como individuo. Posteriormente en Sevilla como el gran escritor maldito de la ciudad. Publicada en primer lugar por una editorial local y posteriormente rescatada para gloria del sevillanío y el andalucismo por Barret, Fernando Mansilla firma Canijo. Se trata nada menos que una de las grandes obras de la literatura marginal patria.

Creo importante ser honestos. Es difícil la mera aproximación al nivel de Canijo. Los relatos faunescos están en un nivel inferior. Este hecho no le resta importancia. La personalidad del autor es transpirada por sus personajes. Una época y un lugar a través de historias protagonizadas por animales. A veces, reales; en otras, como apodos, pero siempre animales. Es el momento de volver a recomendar Ánima de Wajda Mouwad. La diferencia es de punto de vista. Ánima cuenta la historia de seres humanos a través de los ojos de los animales. Los relatos faunescos invierten el proceso. Los animales en algunos casos son meros testigos o víctimas de la acción del hombre.

De todos los relatos cabe destacar El tigre de Malasia. Sin su existencia difícilmente se habría producido Canijo. Parece un estado embrionario de este. Una piedra de toque de lo que más adelante superaría muchas expectativas. Solo por su lectura, merecen la pena los relatos faunescos. Pero es que en los demás también se encuentra la personalidad de Mansilla, su particular visión del mundo.

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