Intemperie, Jesús Carrasco
Valga esta introducción para Intemperie, pero para otros muchos libros fenómenos que todo el mundo ha leído y que una suerte de ola nos empujar a seguir sus pasos. Quizá Panza de burro de Andrea Abreu y Carcoma de Layla Martínez hayan sido las escasas sorpresas dentro de un mare magnum de libros y autores que si he terminado ha sido por el mero hecho de tener fundamentos de escribir sobre ellos. Mando un saludo a Marie OFarrel y su legión de acólitos.
¿Es Intemperie una mala obra? En absoluto. Hay un par de pasajes interesantes, domina el lenguaje vinculado al mundo campesino. El problema —está claro— soy yo. Para tan pocas ganancias no libro esta guerra.
Intemperie desarrolla una historia que hemos leído decenas de veces. Su atractivo parecen ser dominio del lenguaje y su barbarie. Un croosover entre Miguel Delibes y Cormac McCarthy se asegura en su faja promocional. Sin negar las similitudes que pudiese tener con la narrativa de ambos maestros, Intemperie me resulta un relato que ha sido hinchado —chetado aplican los que saben de esto— a base de renarrar y del abuso de calificativos como un culturista que se hincha con esteroides. Lo que provoca una narración en cierto modo anacrónica. Pero que además denota un cierto déficit de edición con el empleo de metáforas totalmente sacadas del contexto narrativo.
¿Y de qué va? Intemperie es una historia de superación de un niño y de su mentor. Está ambientada en los márgenes de un lugar agreste y duro, una suerte de Western a la española en un tiempo que no me parece distante, pero que sucede a siglos de la vida que tiene lugar de forma paralela en las grandes ciudades.
Mientras lo leía se me venía a la cabeza Malaventura de Fernando Navarro. Vale que Intemperie es una novela y Malaventura una colección de relatos. Sin embargo, por proximidad temática, pretensión a la barbarie, me parece detectar varios elementos en común. Entre lo que podría ser Extremadura y lo que podría ser Andalucía no existen tantas diferencias, además. No obstante, los relatos de Malaventura me sorprendieron —y ahí está uno de los clics esenciales, en Intemperie hay demasiado predecible— y me hicieron disfrutar muchísimo más. Si cabe, en la lectura de Intemperie he echado más de menos todo lo que aporta Travacio en Quebrada.
En fin, que mientras no se me olvide, dejaré mis manos lejos de los bestsellers por mucho que prometan.
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