Palabras amables y una pistola cargada, Noel “Razor” Smith
Palabras amables y una pistola cargada es una frase
perteneciente al mitológico delincuente Al capone. También es la frase elegida por
Noel “Razor” Smith como título de su autobiografía. Uno de los libros
más potentes de los publicados durante el año 2024.
“Razor” Smith es un ladrón de bancos con una prolongada carrera a sus espaldas. Pese a emplear un enfoque que lo asemeja a la narrativa, Palabras amables es una biografía contada por el propio autor. Conviene no perder de vista esta perspectiva a la hora de su lectura. El texto suave, los hechos a veces inverosímiles nos pueden hacer creer que lo narrado forma parte de la ficción. Nada más lejos de la realidad.
Palabras amables es una obra extensa. Detalla el
origen humilde del autor. Sus primeros escarceos con la violencia a
través de las bandas callejeras —Smith formaba parte de la tribu urbana de los
Teddy Boys—. El código que rige entre ladrones.
Sus continuas idas y salidas de prisión. El régimen de vida dentro de
la cárcel. Y tantos y tantos elementos para que un lector habitual de Sajalin
no tarde en establecer similitudes o lugares comunes con uno de sus
autores emblemáticos: Edward Bunker. Especialmente, en No hay bestia tan feroz y La educación de un ladrón. No solo
en las experiencias vitales podrías trazarse líneas entre ambos. Su
visión es compartida. Hay mucho de los principios de Foucault tanto en
Bunker como en Smith. La prisión jamás ejerce como centro de
reinserción, su función es meramente punitiva. La cárcel,
como el propio Smith detalla, es la escuela en la que los futuros
delincuentes aprenden su modo de vida, los curte y donde se establecen
los contactos que, posteriormente en la calle, darán sus frutos. La
sociedad empuja la inconsciente a delinquir y la prisión
potencia su figura.
Palabras amables puede leerse en esta clave sociológica, pero también como una muy interesante novela de robos, despilfarros y drama carcelario, repleto de excesos y en el que Smith tiene la capacidad de hacer empatizar con su lucha que a veces resulta contra sí mismo.
Si acaso, las más de 600 páginas de la obra ejercen
un patrón que se repite en exceso, como debió de suceder en la
realidad. Sufrimiento en prisión, pretensión de reinsertarse en la vida
común, pero las condiciones o las propias aspiraciones
frustradas del delincuente lo acaban por devolver a prisión. En
cualquier caso, no empaña un ápice su valor. Palabras amables es un
deleite. Una lectura apasionante con instrucciones de alto rango.
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