El balneario de Battle Creek, TC Boyle

Tercera obra que leo (y disfruto) de TC Boyle. A pesar de su escaso volumen, y quizá por mi formación antropológica, me sentí atrapado en El Pequeño salvaje. Necesitaba más. Me lancé hacia los caminos. Los Terranautas me entusiasmó. Fue una de las mejores lecturas de las que disfruté el año pasado. Y ahora ha llegado el turno de El balneario de Battle Creek. Quizá un escalón por debajo de Los Terranautas. O a lo mejor soy yo. Más difícil de sorprender después de conocer los patrones narrativos de Boyle. Como sucede con El pequeño salvaje y Los Terranutas, El balneario de Battle Creek parte de unos hechos reales. El balneario que a principios de siglo XX trataba de sanar a gente acomodada a través a través de la alimentación y su correcta limpieza de intestinos. Un sanatorio que es dirigido con mano férrea por el Doctor John Harvey Kellog, inventor de los cornflakes.

Como suele ser habitual en la narrativa de Boyle se trata de una narración coral a través de una serie de personajes construidos y perfeccionados como un gran maestro escultor. No solo el Dr. Kellog es uno de los personajes. La vida en el sanatorio nos será trasladada por un paciente y por uno de los tantos buscavidas y estafadores que pretenden hacerse de oro gracias a los incautos pacientes que asisten al balneario. El desarrollo de los personajes, su radiografía psicológica es brillante. Si han leído a Boyle sabrán a qué me refiero. Si no lo han hecho, quizá es lo que deberían estar haciendo en este preciso momento.

Boyle es además de capturador de almas de personajes un excelente narrador. Sabe cuándo ahondar en las cavidades de los individuos y cuando tirar de ironía, domina las relaciones humanas y sabe prever como pocos sus efectos. A veces, sin embargo, esa extraordinaria capacidad narrativa le hace extender algo más sus obras. ¿Le sobra algo? La respuesta es rotunda. No, no sobra. Pero podría contarse la misma historia y supondría los mismos efectos con algún tijeretazo.

Por mucho que no se pueda considerar a Boyle un autor fácil me sorprende que no sea venerado de con mayor rotundidad. Si bien es cierto que EE. UU. cuenta con una pléyade de grandísimos narradores, existen otros muchos más en los que cuento a Boyle o a A.M. Homes, que en mi modesta opinión carecen de la relevancia que por sus obras se merecen. Lean a Boyle.

 

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