La niña de pelo raro, David Foster Wallace

Habiendo
leído la mayor parte de la obra de Foster Wallace podría llegarse a la
precipitada conclusión de que su obra anterior a La broma infinita es
una obra menor. En parte
esta afirmación sería correcta. A pesar de contar con algunos
destellos, nada fuera de La broma alcanza, ni se aproxima a su nivel. Me
gusta verlo de otra manera. Sus relatos, sus novelas fallidas e incluso
sus ensayos fueron la piedra de toque necesaria para
alumbrar el libro con el que pasaría a la posteridad.
Todos los defectos, todas las virtudes de David Foster Wallace están contenidos en La niña de pelo raro. De formación académica filosófica (además de los juegos mentales que acostumbraba a realizar con sus padres, profesores) la metafísica, los abstractos, del mismo modo que los antidepresivos que tomaba (se le había diagnosticado desde joven) están presentes en la obra. Y cobran demasiado protagonismo. Como el absurdo. No en vano, DFW fue considerado un escritor de la corriente literaria denominada realismo histérico.
Son
los mismos ingredientes que posteriormente encumbraron al Olimpo a La
broma infinita. Obras como ésta propiciaron la evolución de su
escritura, forjaron su capacidad
de pulir su literatura para ampliar el rango de sus lectores.
El
problema en mi caso, es haberla leído pasada La broma infinita. Es
imposible no comparar. No obstante, también cabe la posibilidad de que
si hubiese leído estos relatos,
no hubiese leído la que es una de las novelas que mayor impacto me han
causado.
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