El juego de Ender, Orson Scott Card

La
división del libro es bastante clásica: Antes, durante y después, o lo
que vendría ser el mismo: presentación, nudo y desenlace.
La
primera parte estaría marcada por la presentación de los personajes:
Ender, un niño “tercero” (es la excepción, las familias no pueden tener
más de dos vástagos); Peter,
su hermano, con el que se lleva mal y con el que comparte la vis
bélica; y por último, Valentine, la hermana con la que comparte la parte
sentimental. Sí, de grises no destaca precisamente el libro.

Ender,
quien es concebido con la esperanza de que sea una versión mejorada de
su hermano, es odiado en el colegio. Como lo será luego en la academia
de soldados. No es de
extrañar.
Hasta
aquí sería la primera parte, en donde el carácter infantil y maniqueo
domina el texto. Como nadie habrá imaginado hasta el momento, Ender es
llevado con honores a la
academia. La Tierra está amenazada por unos alienígenas invasores y
Ender es la última esperanza. La segunda parte del libro, aunque
mantiene personajes excesivamente maniqueos, resulta más interesante. No
tanto por los modos de batalla, en el que se los aspirantes
a militares entrenan, sino por la idiosincrasia de las comandancias.
Los niños se incorporan a escuadras de entrenamiento con comandantes
algo mayores. Desde el punto de vista socio-militar quizá resulte la
parte más interesante. El equipo de Ender siempre
vence. Supera etapas más rápido que cualquier otro recluta y también
aburre más, por algunas dudas que lo asalten sobre su destino.
La última parte, resulta también seductora. Pero para evitar spoilers no pienso decir una sola palabra.
Es
cierto que no me ha entusiasmado la lectura, que peca de infantil y
maniquea, pero para el verano no ha estado mal. Seguiré en un tiempo con
la segunda parte, la voz de
los muertos.
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