EL CORDERO CARNÍVORO, AGUSTÍN GÓMEZ ARCOS
Frase y canción. Tier Rammstein? Ver letra.
Existen dos lecturas (y ciento más) de El cordero carnívoro. La literal es un testimonio vital. La voz principal corresponde a un joven que repasa sus primeros 25 años de vida. Su vida enclaustrada entre las paredes de su casa debido una enfermedad. El descubrimiento del mundo a una edad tardía. Su relación destructiva con su madre, su padre, su tutor y su interna, todos derrotados de la guerra civil. Pero, sobre todo, profundiza en la relación sexual (incestuosa, infantil y homosexual) con su hermano y el lugar que se hace en el mundo a base de apretar y morder con los dientes. El resto es preceptivo que lo descubra el lector.
La otra lectura se pierde por el ámbito de lo contextual. La posguerra estableció un régimen de castigo hacia la disonancia. Al conflicto bélico solo sobrevivieron los españoles de bien. Los que no alcanzaban esta consideración estaban muertos o asimilados. No había espacio posible para la divergencia. Gómez Arcos es el rebelde por antonomasia. Ataca a todo lo establecido. No tiene piedad siquiera con el derrotado. Su voz no tenía cabida posible en la España de posguerra. Emigró. En Francia encontró su hueco. Escribía en francés. Los años siguieron sin permitirle el éxito en su país natal. La España de la transición seguía sin estar preparada para su voz transgresora y provocadora. Fue necesaria su muerte y el paso de las décadas para que Cabaret Voltaire le brindara el reconocimiento que siempre mereció.
El cordero carnívoro tiene su génesis en una obra de teatro. Permite una aproximación a través de lo que quizá sea uno de sus elementos más destacados: sus personajes.
Clara. La asistenta. Amiga de juventud de los padres. Su marido falleció en la contienda apenas meses después del matrimonio. Por su entrega y silencio es uno de los personajes más rotundos.
Carlos. El padre. Perteneciente a la nueva burguesía andaluza. La ausencia tras el conflicto. Carlos es uno de los fantasmas del pasado que pueblan el relato.
Matilde. La madre. Otro personaje femenino construido de manera extraordinaria. Tiende más hacia Bernarda Alba que al amor maternal que imaginamos de una madre. La relación entre la voz principal y su madre es lo más grandioso del texto.
Antonio. El hermano. El amor, el aprendizaje, el sufrimiento y el desamor.
Don Pepe. El profesor particular. Simboliza todos los pecados del derrotado. La proximidad de la víctima con el agresor.
Don Gonzalo. El párroco. El anticlericalismo de Gómez Arcos encuentra la espita necesaria para escapar a través del personaje.
La literatura es transgresión. Esto es algo que los mismos griegos aprendieron, pero que la mayoría de los libros que pueblan los anaqueles de las librerías más populares parecen no saber tener en cuenta. Es difícil concebir la palabra incesto sin el concurso de Edipo y el castigo que los dioses le brindaron a su desafío inconsciente. El oráculo de Delfos vaticinó que daría muerte a su padre y contraería nupcias con su madre para alcanzar la corona de Tebas. Y así fue. El ciclo tebano llega hasta nuestros días a través de las tragedias de Esquilo, Sófocles y Eurípides.
En el contexto de los conflictos sociales que produjeron las medidas de Margaret Thatcher contra el sector del carbón en el Reino Unido de los años ochenta, un grupo de homosexuales brinda su apoyo a los aguerridos mineros, que en primera instancia lo rechazan. Un canto a la dignidad y la resiliencia por sectores marginados y aún más marginados. Pride (Matthew Warchus, 2014) recoge los hechos reales que tuvieron lugar en Gales.
La juventud es la época de la rebeldía. Una vez transcurre, es la de las decepciones. Los 400 golpes, la opera prima de Truffaut, no solo define una corriente cinematográfica, la Nouvelle temáticamente tiene similitudes con El cordero carnívoro.
El régimen opresivo, de circuito cerrado en el que se desarrollan los primeros años de la voz del narrador en El cordero carnívoro nos trae al recuerdo de La casa de Bernarda Alba. Federico García Lorca supo como pocos prestar atención al respirar de los menos favorecidos. Si en Poeta en NY se pone de lado de los negros, en su drama, de importante influencia clásica, toman el mando las mujeres. Apartadas de la sociedad pública, su vida tras los muros de un hogar tiene ecos de los harenes de otras épocas.
Agota Kristof recorrió un camino similar al de Gómez Arcos. Con su hijo pequeño huyó de Hungría por miedo a las represalias del régimen. En Suiza aprende a hablar francés y con este idioma nuevo no solo escribe algunas de las mejores obras de su generación, sino que estrena una voz y un estilo propios a través de un idioma “prestado”. Su obra, como sus datos biográficos, es escueta. Casi siempre alimentada por su biografía y al mismo tiempo por la mentira literaria, Claus y Lucas es una obra de una dureza excelsa pero que ayuda a comprender parte de los hechos más importantes del siglo XX.
Cada cierto tiempo los editores rescatan un autor del olvido. Sucedió con Sandor Marai, con Irene Nemirovsky, con Lucia Berlin, con la mismísima Agota Kristof. Autores (casi siempre autoras) sin las que nos costaría imaginar hoy en día la configuración de nuestras librerías. Siempre me ha corroído la duda de si el mejor libro jamás escrito se pudre en un cajón. Sobre este proceso de rescatar la memoria de un autor como Gómez Arcos, tan apasionado de la memoria, se encarga el extraordinario documental Un hombre libre (Laura Hojman, 2025). Necesario para los lectores de Gómez Arcos. Imprescindible para quien aun no se hayan aproximado a su obra. Hojman realiza un muy interesante ejercicio de rescatador de rescatadores. Los últimos años parecen romperse los muros sociales del tabú que rodea a nuestra memoria colectiva posterior a 1936. Sin vinculación temática, pero con la misma fuerza, el cómic de Paco Roca y Rodrigo Terrasa, El abismo del olvido profundiza en aspectos tan vitales para un pueblo como son su memoria y la dignidad de las víctimas. Hasta hace demasiado poco una pátina de polvo impedía su visión. El valor de Laura Hojman, Gómez Arcos, Paco Roca o Rodrigo Terrasa, entre tantos otros, trasciende del objeto de su producción artística. Derriban muros invisibles. Abren el camino a otros. Recuperan normalidades a las que no estamos habituados. Es tanto lo que les agradecemos.


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